La miel: terapéutica y con propiedades nutricionales
Es una sustancia natural alimentaria de sabor dulce, producida por las abejas del genero Apis Mellifera a partir del néctar de las flores o de las secreciones de las partes vivas de algunas plantas. Las abejas recolectan el néctar y lo transforman al mezclarlo con sustancias propias (enzimas); esta mezcla es almacenada en los panales de la colmena donde, después de un periodo de maduración, se obtiene la miel.
El consumo de miel se remonta a 10.000 años a. de C. Hipócrates, considerado el padre de la medicina, la usaba para sanar diversas afecciones de la piel; también la utilizaban los egipcios para curar heridas, quemaduras, embalsamar los cuerpos y como parte de los alimentos que el difunto llevaba en su viaje al más allá.
Contenido muy diverso
Dependiendo de la variedad de las flores y del tipo de colmena, la miel ofrece más de sesenta sustancias diferentes. Destacan los azúcares, ácidos orgánicos (cítrico, láctico, fosfórico…), vitaminas (C, B1, B2, B3, B5), ácido fólico, minerales (fósforo, calcio, magnesio, silicio, hierro, manganeso, yodo, zinc, oro y plata), aminoácidos esenciales, esteroles, fosfolipidos, falvonoides, polifenoles y enzimas.
Fuente de energía
Favorece la producción de energía por su gran aporte en azúcares, entre un 75-80 por ciento, de los cuales el 70 por ciento son glucosa y fructosa, dos monosacáridos que se absorben con rapidez en la mucosa intestinal y que proporcionan energía en pocos minutos. Gracias a esto y a su riqueza en macro y micronutrientes, es un alimento ideal para aquellas personas anémicas o convalecientes que necesitan una ayuda extra para recobrar la vitalidad. A su vez, ayuda al organismo a restablecer su ritmo de actividad habitual y mejora el riego coronario al aportar energía a la musculatura cardiaca, y favoreciendo la producción de fosfatos orgánicos.
Buena para todos
Debido a que 100 gramos de miel aportan unas 300 calorías, su consumo se recomienda especialmente a personas que precisan una dosis adicional de energía como deportistas, niños en etapa escolar, personas mayores, trabajadores que realizan un esfuerzo físico, los que tienen una fuerte carga intelectual o los que quieren hacer una dieta para aumentar peso.
Por otro lado, en cantidades moderadas (unos 10 gramos/día), pueden tomarla quienes realizan una dieta de adelgazamiento, puesto que una cucharada de miel diaria añadida a la leche, queso fresco o yogur aporta grandes beneficios para la salud, no supone un gran aumento calórico y es más saludable que el azúcar común. Los diabéticos también pueden incluirla en su dieta, siempre y cuando equilibren las raciones de azúcares con las dosis de insulina. Sin embargo, no es del todo recomendable para los bebés. A pesar de que es sometida a ciertos tratamientos antes de comercializarla, en la miel pueden quedar ciertas bacterias que el sistema digestivo del pequeño no es capaz de destruir. Por tanto, no se recomienda su administración hasta los 18 meses.
Uso culinario
Aunque se utiliza principalmente en pastelería, también puede incluirse en diferentes recetas de carnes, guisos y salsas para ensaladas, o incluirla en los bocadillos en el desayuno o la merienda, como acompañamiento de muchos postres como yogures, mató, quesos, fruta así como edulcorante en infusiones u otras bebidas.
¿Cómo tomarla?
La presencia o ausencia de diversas enzimas, como la glucosidasa o la diastasa, determinan la calidad y frescura de la miel. Para que conserve todos sus nutrientes debe ser extraída por prensado o centrifugado, y calentada por debajo de los 45º C para poder eliminar las impurezas sin deteriorarla. Cuando es sometida a la pasteurización u otros tratamientos térmicos a altas temperaturas, se destruyen estas enzimas y se reduce su calidad y su valor nutricional y terapéutico. Por ello, es recomendable comprar mieles producidas de forma artesanal y descartar las industriales. Para que se mantenga fresca por más tiempo, debe guardarse en tarros cerrados y lejos de la humedad y la luz.
Elige la correcta
Dependiendo de las flores de las que proceda poseerá unos u otros efectos terapéuticos:
- De romero: es tonificante, expectorante y favorece el funcionamiento hepático.
- De tomillo: es antiséptica y digestiva.
- De espliego: es sedante y expectorante.
- De bosque o encina: es ideal para el asma y la bronquitis.
- De azahar: goza de efectos sedantes y conciliadores del sueño.
- De eucaliptus: está indicada para tratar catarros y gripes.
- De brezo: es rica en hierro e ideal para las anemia.
- De espliego: tiene propiedades tónicas y antiinflamatorias que alivian la tos y la laringitis.
Autora: Marta Figueras. Nutricionista
Artículo publicado en el número 79 de la Revista 'Corazón y Salud'
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